Esperanzadora. Es como podría describirse la nueva película de Halo Studio a cargo del director Roberto Girault (El Estudiante). La narración de ese instante crucial en que se toma partido por la claridad o por la oscuridad en uno mismo, los segundos en que aún es tiempo de arrepentirse -sí, arrepentimiento, eso de lo que tanto nos previenen los falsos liberales al grito de 'no regrets'- porque aún es tiempo de corregir, porque todavía queda ese poco de nosotros que nunca nos deja y que nos pone de frente al error. Error es simplemente una acción que no refleja quien verdaderamente somos y no hay mejor inicio para el perdón que reconocerlo.
Ese es el camino de descubrimiento que recorre el candidato (Héctor Arredondo) cuando, al postularse por segunda vez a la presidencia de la República, lleva a familia, amigos y compañeros de trabajo a la meta cada vez más rígida y más lejana que va fijando su vanidad, producto del poder ambicionado no para ser ejercido sino para ser ostentado.
El cine mexicano con frecuencia se enfoca en retratar con morbo -para regocijo de la prensa internacional y los detractores de la paz- las 'realidades' más burdas, groseras y 'crudas' (que a mi parecer de tan exhibidas se pasan de cocidas) y continúo sin entender por qué la gente recurre al arte para ver el replay de las injusticias que vive a diario, para acercarse por voluntad propia a la violencia que tantos quisieran haber podido evitar, para contemplar esa realidad que les disgusta pero que se niegan a cambiar porque justifica el que ellos mismos sigan igual. Roberto Girault es aquellos pocos que saben que al arte es para mostrar belleza, no para enajenar -la verdadera belleza no enajena- sino para hacernos aspirar a una mejor realidad.
Que Ella y el Candidato no habla tanto de política como muchos esperaban, es verdad. Más se habla de política de lo que se hace realmente política, incluso hay quien cree hacer política con tan solo opinar. Esta película no nos recomienda una postura ni denuncia lo que ya ni los periódicos publican, Ella y el Candidato apela directamente (y con una excelente fotografía), no a un partido político sino a cada persona. Porque todos somos en algún grado responsables de los demás en tanto nos es concedida autoridad, porque de pronto se vuelve atractivo el éxito que compromete el bienestar de muchos, porque la Patria no se defiende a quejas y críticas: se defiende desde el hogar.
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